Las estadisticas de mortalidad de las empresas en España son muy claras: el tamaño es un factor determinante para asegurar la supervivencia de tu empresa.
De las empresas que hay en España integradas por dos personas, o menos, solo el 38% tiene más de siete años de antigueadad. Sin embargo, las que tienen entre seis y nueve trabajadores, suponen el 49%. Es decir, alcanzar las 10 personas trabajadoras otorga casi un 30% más de probabilides de mantener tu empresa.
Y si nos vamos a las empresas de más de 20 personas, las que tienen más de siete años suponen el 68% del total. Es decir, que éstas tienen un 80% más de posibilidades de sobrevivir que las pequeñas de dos o menos personas.
Sin duda existen otros muchos factores, pero está claro que desarrollarse y crecer es imprescindible para asegurar el futuro de la empresa.
Y, ¿cuáles son, hoy en día, los mayores problemas con los que se encuentran las empresas pequeñas para crecer? ¿La falta de clientes? ¿La financiación? ¿La falta de ideas?
Pues no. El mayor obstáculo de las pequeñas empresas para poder desarrollarse y crecer es el estilo de gestión de la propiedad de la empresa, normalmente muy personalista y paternalista, que hace que todo pase por sus manos, que la responsabilidad esté muy poco distribuida. Las consecuencia de esta forma de proceder es una enorme exigencia de dedicación de tiempo y energía para la propiedad, lo que les disuade de crecer al verse incapaces de multiplicar dicha dedicación en la misma medida.
Docenas de pequeñas organizaciones empresariales con las que hablamos habitualmente nos dicen una frase que se puede resumir en “tengo trabajo para duplicar la empresa, pero estoy diciendo que no a los clientes porque si ahora le dedico 16 horas al día no quiero pensar lo que sería con el doble”. Es perfectamente comprensible; lo que necesitan, con toda claridad, para desarrollarse es cambiar el estilo de gestión.
Solo un estilo de gestión basado en la libertad y la responsabilidad de todas las personas de la organización puede permitir que la propiedad deje de ser un freno para el desarrollo y crecimiento de la misma y, en consecuencia, deje de ser un riesgo para su futura supervivencia.
Claro como un arroyo de agua fresca…