nuevo estilo de relaciones 'ner'

Nuestro mundo está cambiando a un ritmo y con una profundidad nunca vistas antes en la historia de la humanidad; los cambios sociales, económicos, políticos, geoestratégicos, a todos los niveles, son innumerables e impredecibles en el futuro.

La globalización, la interconexión permanente, la robotización y el auge de la inteligencia artificial, son sólo algunos de estos cambios que estamos viviendo en primera persona y que, como actores de los mismos, nos cuesta mucho entender en su globalidad. Las empresas de hoy tienen retos a todos los niveles y se ven afectadas por acontecimientos absolutamente impredecibles que escapan a su control. La ‘gestión’ se hace cada vez más compleja; es necesario tener en cuenta más y más variables en un entorno con menos certezas que nunca.

El mundo evoluciona, nuestras sociedades evolucionan y nuestras empresas deben evolucionar también, no solo desde el punto de vista tecnológico, de producto, de innovación, sino especialmente en la propia gestión, en la dinámica de funcionamiento que permita adecuarse a los nuevos tiempos.

Nuestras empresas, con sus estructuras jerárquicas, sus procesos y procedimientos, sus perfiles, formularios y herramientas de gestión, están pensadas para entornos de estabilidad y certidumbres. Las estructuras piramidales, sólidas, rígidas y modeladas a troquel pueden ser útiles cuando la empresa vive en ecosistemas de complejidad limitada y escasa movilidad. Pero el futuro que ya se nos ha hecho presente, progresa a velocidad exponencial hacia más complejidad, y más incertidumbre, y no hay nada que podamos hacer para evitarlo, para eludirlo; podemos negar la evidencia, podemos enfadarnos e indignarnos, podemos deprimirnos, o podemos aprovechar la oportunidad y progresar, evolucionar también como personas, como profesionales y como organizaciones.

El ‘Nuevo Estilo de Relaciones’ (ner) pretende recoger los elementos esenciales de una organización empresarial (o de otro tipo) avanzada y acorde a los tiempos líquidos que ya estamos viviendo.

La empresa tradicional se basa y se define en un organigrama piramidal representado por puestos definidos independientemente de las personas. Cuanto más hacia la base de la pirámide, menos importa la persona y más la definición de tareas y funciones del puesto. De este modo, se pretende primar la seguridad del procedimiento y la repetibilidad de las tareas frente a la actuación de las personas.

Esto es algo que las máquinas y los robots hacen mucho mejor que nosotros y, por eso, vemos tantos y tantos puestos de trabajo en peligro en unos pocos años.

Una organización (ner) es una organización basada en personas, es decir, aquélla en la que las personas pueden participar en su plenitud, con su emoción, su pensamiento y su acción. Las personas no son coste, recurso, mano de obra, ni nada por el estilo; las personas no son robots ni máquinas intercambiables, que se usan y se tiran cuando ya no interesan.

Y las personas, para aplicar no solo sus manos, sino su inteligencia y su pasión en la empresa, necesitan, además de un trabajo, un espacio de libertad personal y un propósito profundo que desarrollar. Por eso, las organizaciones necesitan desprenderse de la rigidez de las jerarquías y los procedimientos y dar paso a la autogestión y a la inteligencia colectiva, que son herramientas mucho más poderosas y eficientes en entornos volátiles y complejos como los actuales.

Pretender que una persona, o un pequeño grupo de personas, tenga la sobrehumana capacidad de pensar y decidir por todos y, además, acertar en cada momento, es una quimera.