Como todos los conceptos e ideas que se convierten en ‘moda’, el de la ‘felicidad en el trabajo’ está últimamente siendo, a mi juicio, manoseado y malinterpretado, convirtiendo una idea muy poderosa en una mera caricatura y en la enésima cataplasma de las empresas para no abordar los verdaderos problemas que tienen en sus estructuras organizativas.

La felicidad en el trabajo no es trabajar estando alegre y contento, no es dejar de quejarse y ver solo la parte positiva de la vida, no es hacer mindfulness en la oficina, no es poder llevar tu perro al trabajo, no es poner caritas sonrientes a los compañeros en la app de clima laboral de la empresa…

Hace más de 10 años escribía en mi blog personal mi receta de la felicidad, que se resumía así: “cultiva tu salud, gana el dinero suficiente para vivir cómodamente, libera todo el tiempo que puedas y dedícalo a tus pasiones en compañía de las personas a las que quieres.”

Aquello que escribía, pensando en la vida en general, es lo que las empresas deben aplicar para garantizar la felicidad de las personas que en ella trabajan. En primer lugar, preocuparse y garantizar la salud física y emocional de las personas y, por supuesto, garantizar unas condiciones laborales y una remuneración justa, digna, adecuada a la situación de la empresa y que permita desarrollar un proyecto de vida de futuro. Sin estos previos, como base de todo lo demás, difícilmente se podrá construir una organización de personas felices, por mucho marketing que le queramos meter.

A partir de ahí, otro elemento esencial es que las personas tengan libertad y autonomía para desarrollarse profesionalmente, que puedan dedicar tiempo y energía a aquellos aspectos del trabajo que más se adecúan a sus intereses y pasiones. Es muy difícil estar feliz cuando tu actividad se reduce a seguir un procedimiento establecido o unas instrucciones de un mando superior.

Y, por último, fomentar y conseguir dentro de la empresa unas relaciones humanas maduras y sanas, basadas en el respeto, la empatía, la generosidad y la visión de futuro.

Como en otras facetas de la vida, en el trabajo no te faltarán momentos de tristeza, de agobio o de frustración, pero conviene tener una mirada de conjunto y a largo plazo. Por si te sirve, te dejo mi ‘prueba del algodón’ para saber si estoy siendo feliz en mi trabajo: si durante unos cuantos meses seguidos, más de un día a la semana me cuesta levantarme para ir a trabajar, entonces es que las cosas no marchan bien. Cuando esto me ha sucedido, siempre he optado por intentar cambiar lo que no funcionaba, y en último termino por cambiar de trabajo, en búsqueda de la ‘felicidad’ bien entendida.