Koldo SaratxagaKoldo Saratxaga es el impulsor del ‘nuevo estilo de relaciones’ para el cambio organizacional profundo (ner), de K2K Emocionando, un equipo dedicado a implementar el (ner) en el entorno empresarial, y de ‘ner group‘, la asociación de organizaciones que han incorporado este nuevo estilo de gestión basado en las personas, en un proyecto común y en el éxito compartido. 

El colibrí. Quiero hacerle mi compañero en las reflexiones, no sé cuántas ni cuándo, que quiero compartir en estas páginas de K2K Emocionando.

Son varias las razones por las que le he pedido que me acompañe y me inspire:

  • Se considera que el colibrí es un símbolo de la libertad.
  • Es singular, ya que es el pájaro más pequeño del mundo; su belleza es igualmente singular.
  • Es un tributo de la tierra al cielo y un gran protector de su hogar y de las fuentes de alimentación cercanas.
  • Es un ave muy popular; algunas culturas le convirtieron en símbolo de energía y trabajo y como una representación de que “un grupo capaz de trabajar en equipo podrá lograr grandes cosas”.
  • En tiempo de guerra, era una representación para proteger a la gente, lo que mantenía la creencia de que era un símbolo de protección.


Me siento orgulloso de que quiera ser mi compañero aun siendo tan pequeño y, a la vez, tan singular, tan querido y tan cercano a lo suyo. Considero necesario, para quien lo crea conveniente, saber un poco sobre este interesante personajillo:

Colibrí es un género de aves apodiformes pertenecientes a la subfamilia de los troquilinos y llamadas comúnmente colibrí, picaflor o pájaro-mosca. Por su aspecto pequeño -son consideradas las aves más pequeñas del mundo- y gran velocidad de vuelo -pueden batir sus alas a razón de 80 a 200 veces por segundo-, son las únicas aves que pueden planear. Estas aves son nativas de América Central, pero se les encuentra desde Alaska a la parte norte y centro de Sudamérica.

Las especies que forman el género Colibri tienen un tamaño que oscila entre los 11 y 25 centímetros, y un peso de 6 a 11,5 gramos. Tienen cola amplia, bifurcada o redondeada y pico negro y delgado, relativamente largo y curvado. Los colibríes poseen una lengua larga que pueden extender; es peculiar porque la punta está dividida y, en su extremo final, tiene una forma parecida a una trompa que le permite succionar con facilidad el néctar de las flores.

El néctar de las flores constituye su fuente de alimentación principal, que les provee las calorías necesarias para que puedan volar. Los colibríes trabajan de forma muy importante en la polinización de las plantas ya que distribuyen el polen de flor en flor. La dieta se ve complementada con los insectos que atrapan en su viaje.

Viven en zonas con climas templados y tropicales; se ha descubierto que algunos viven en desiertos, costas, bosques, praderas y montañas. Al momento de tener sus crías, buscan áreas cálidas -los colibríes realizan viajes de migración para lograr este objetivo-, pero pueden sobrevivir en temperaturas frías. El hogar de los colibríes puede establecerse en enredaderas, arbustos y árboles; son protectores de su hogar y de las fuentes de alimentación cercanas.

Una historia protagonizada por mi compañero de viaje, el colibrí

Hace un tiempo, viendo un video con varias personas sobre el terrible -y parece que de momento imparable- impacto que tiene la ganadería industrial sobre medioambiente, una persona preguntó si conocíamos la historia del colibrí. La respuesta quedó reflejada en las caras de expectación por escuchar la historia.

“Hace unos años, existía un enorme bosque, una preciosa selva en un lugar privilegiado de esta madre tierra, con una extraordinaria fauna y flora que estaba siendo arrasada por un devastador incendio. Las llamas, azuzadas por el viento, iban en una dirección concreta dejando solo cenizas a su paso.

Por delante, de forma desesperada, corrían y volaban todo tipo de animales: leones, gacelas, cacatúas, búhos, jirafas, liebres…Para asombro de todos ellos, un colibrí volaba en dirección contraria, tan rápido como su pequeño pero energético cuerpo le permitía.

  • Eh tú, colibrí, ¿a dónde vas? ¿No ves que vas en dirección al fuego? Pero, ¿no ves el tremendo incendio que nos persigue? Mira cómo corremos nosotros para salvarnos, ¡y sin mirar atrás!
  • Sí, ya lo veo, sin embargo, yo tengo que ir.
  • ¿Que ir? ¿A dónde? ¡Estás loco! -le responde una cacatúa, ante el asombro generalizado del resto que no dejaba de correr-.
  • ¡Te vas a quemar! -le dijeron varios animales al unísono entre carcajadas, a pesar de lo grave de la situación-.
  • Tengo que ir a mi casa, a mi lugar.
  • Pero, ¡es imposible! No hay más solución que correr y volar alejándonos. Luego ya veremos.
  • ¡No! -contestó el colibrí manteniendo firme toda la energía de la que era capaz-. Debo volver a mi lugar, a mi casa y llevar mi gota de agua que ayude a salvar la situación lo antes posible”.

Hay científicos, y personas expertas, que indican que la única manera de salvar esta Tierra -que nos alimenta y cuida, que es imprescindible para nuestro corto paso por ella y a la que tan mal estamos atendiendo-, es que surjan, uno a uno, muchos miles, muchos cientos de miles de colibrís que, con su gota de agua, con su gota de sensatez, puedan, -podamos- lograr frenar el deterioro medioambiental actual.

Los poderosos, los que se enriquecen con la explotación de la naturaleza y/o de las personas, ayudados -queriendo o sin querer- por quienes entramos en la rueda del desaforado y equivocado consumismo, nunca van a tomar medidas suficientes para llegar en el tiempo, cada vez más escaso, que queda para revertir la situación de deterioro en la que nos encontramos. El ser humano es el único animal capaz de destruirse a sí mismo y a su ecosistema.

Está claro que esta situación nos está afectando ya; sin embargo, lo será de forma más dramática para quienes vienen por detrás, es decir, para nuestros descendientes.

¿Te ánimas a ser un singular colibrí?